sábado, 21 de enero de 2012

DEL MONTBLANC A LA GROSSGLOCKNER


Tras tres incursiones a los Alpes, y con ilusión renovada, preparamos esta nueva edición con la intención de cruzar la cordillera alpina central o italosuiza hasta la oriental o austroitaliana. Atravesamos los alpes berneses, los valaissianos, los dolomíticos y llegamos hasta los Altos Tauern en Austria a los pies de la Grossglockner (la montaña más alta de Austria) y del glaciar Pasterze en nueve días de moto, curvas, carreteras vertiginosas, 28 puertos de montaña, espectaculares valles, cimas impresionantes y vistas de altura. Nuestras monturas, tres nackeds: dos Hondas CB 600 y una Suzuki GSX 750.


El ansiado día de partida llegó. El último domingo de julio nos citamos en un área de la autopista donde desayunamos y cargamos los depósitos de gasolina partiendo sobre las 8.00 h. dirección Albertville y recorriendo un total de 720 kilómetros de autopista a buen ritmo.





Llegados a Albertville, nos dirigimos a Saint Gervais les Bains donde teníamos reservado hotel. Fueron 30 kilómetros de las primeras curvas y paisajes. Estábamos en el corazón de los Alpes, a los pies del Montblanc. Era media tarde y el hotel disponía de sauna y piscina por lo que no tardamos demasiado en disponer de ellas. Un posterior paseo para estirar las piernas y la correspondiente cena concluyeron una jornada algo tediosa pero ilusionante.
Para la segunda jornada completamos 290 kilómetros desde St. Gervais hasta Gluringen en el cantón suizo del Valais. Atravesamos cuatro puertos de montaña: Col dels Montets, Forclaz, Col de la Croix, del Pillon, con asfalto bacheado en los dos primeros y sinuosos los otros dos. 
 






Recorriendo los típicos valles berneses, llegamos a Interlaken para afrontar el siempre imprevisible Grimselpass. Este puerto de montaña es alucinante. Son 2.165 metros de altura, una carretera ancha, donde por tu carril puedes disponer de varias trazadas diferentes en caso de necesidad. Un asfalto de primera con un grip que incluso en mojado y sin ABS te permite ir a “ritmo” y seguro. Eso si, tiene un microclima muy particular y  siempre variable pudiendo incluso nevar en verano en su cota mas alta. Para esta ocasión el  ascenso por su cara norte fue con niebla y asfalto mojado (tras un chubasco previo) y por la cara sur seco y soleado. Una delicia. 

Llegamos a Gluringen punto final de esta segunda etapa. Nos alojamos en un Motorrad Hotel muy acogedor en esta preciosa y pequeña villa del Valais suizo. La belleza natural de Suiza es incuestionable.

El mapa de ruta para la tercera etapa era Gluringen – Santa Caterina de Valfurva, ya en Italia, con un total de 339 kilómetros y 6 puertos de montaña: Nufenen, San Bernardino, Julier, Bernina, Forcola di Livigno y el Passo di Foscagno.



Partimos a las 9.00, como cada día alpino y cargados con el equipaje puesto que todavía íbamos en dirección a Sudtirol donde nos estableceríamos durante 3 días en un punto fijo. El día era radiante. Nos dirigimos al Nufennen Pass a 2.478 metros de altura para luego llegar a Airolo, desde allí cogimos la autopista hasta Biasca, donde la abandonamos para tomar dirección Lumino para afrontar el San Bernardino que nos llevó hasta Thusis, comimos en Savognin un excelente “motorrad menú” a buen precio y posteriormente coronamos el Julier y Bernina Pass. Estos cuatro puertos gozan de divertidísimas carreteras, excelentes asfaltos y trazados peraltados.

 





Entramos en Italia por duplicado, es decir pasamos dos fronteras, una en Forcola di Livigno y otra posterior en Forcola di Foscagno. El trazado de estos dos últimos puertos se vuelve estrecho y muy bacheado. ¡Ah! se me olvidaba, el paisaje sencillamente genial. Pernoctamos en Santa Caterina de Valfurva, en la provincia de Sondrio. Nos alojamos en un confortable hotel, salimos a estirar piernas y a comer algo de pasta. Estábamos en Italia y lo mejor, a 15 kilómetros del Stelvio.
Cuarta jornada, último día de transición hasta sudtirol. Esta etapa nos llevó desde Sta. Caterina hasta Vandoies, con un recorrido de 244 kilómetros y atravesando 3 puertos de montaña, entre ellos el mítico Passo del Stelvio o Stilfser Joch de 2.758 metros de altitud.


Salimos quizás demasiado temprano. No obstante, ascendiendo desde Bormio ya observamos más motos de las habituales. Ascendimos por la cara sur hasta el desvío del Umbrail Pass y el Stelvio, desviándonos a la derecha hasta la misma cima del Stelvio. Una vez allí y debajo de nuestros pies aparecieron los famosos y míticos 48 “tornantis” que te bajan hasta Pratto del Stelvio. Impresionante tanto las vistas como el ambiente motero que se respira. Realizamos las fotos de rigor y la compra del adhesivo acreditativo. 

Descendimos por la cinta hasta Prato por la cara norte. Increíble aún a pesar del asfalto. Nos hartamos de saludar motards de todas las edades y de todas partes de Europa. Imposible ir rápido, el asfalto, los saludos y los “tornantis” hacen que se te acumule el trabajo. Otra parada, para beber algo y contemplarlo desde abajo. Ya era media mañana, y el hormigueo de motos ascendiendo iba en aumento, el ruido de sus escapes resonaba en el valle certificando lo que veían nuestros ojos. Debíamos proseguir camino, nos quedaba bastante para llegar a destino. En ruta por el valle de Venosta contemplamos a vista de pájaro el espectacular castillo di Tirolo, llegamos a Merano donde cogimos autopista hasta Bolzano donde la abandonamos para encarar los próximos dos puertos. Desde aquí empezamos a otear en el horizonte el sky line de las Dolomitas. Comemos en Collalbo y nos enchufamos dirección al Ritten Pass que nos conectó con el Passo di Pennes. Estos dos puertos de montaña, ya situados en la provincia de Bolzano (Altoadige) tienen un trazado y un asfalto de maravilla. Aquí los paisajes se asemejan más al Tirol austriaco. Finalmente llegamos a Vandoies sobre las 17.30 horas. Nos hospedamos en el hotel que fue nuestra base de operaciones durante 3 días. Unas cervezas, un spaa y una buena cena fueron el colofón a una jornada redonda.
La previsión para la quinta etapa era adentrarnos en Austria realizando un bucle por los Altos Tauern que nos llevó hasta la grossglockner, la vuelta la realizamos por el valle paralelo cruzando el Felbertauern túnel.


Según dicen ellos mismos la Grossglockner road es la carretera más bonita de Europa y sinceramente motivos les sobran para pensarlo. Es un tramo de pago (18 €) de unos 50-60 kilómetros. Un tramo bellísimo, con un asfalto y un trazado de primerísima categoría con unas vistas panorámicas excelentes todo ello rodeado de montañas de 3.000 metros de altura. 

 







Como en el Stelvio, nos encontramos monturas de todo tipo y moteros de todas partes, salvo españoles, curioso, pero cierto. En todo el tramo hay tres puertos de montaña: Hochtor, Edelweisspitzer y el Fuscher Torl con excelentes vistas panorámicas. Desde la Kaiser Franz Josefs Hohe se puede admirar la impresionante Grossglockner y el enorme glaciar Pasterze que discurre por el valle. Este glaciar era uno de los más largos (32 Km.) de la cordillera alpina pero en la actualidad ha retrocedido a pasos agigantados fruto del aumento de la temperatura global del planeta. El paisaje es tan espectacular como el parking de las motos. 


En mitad del tramo nos encontramos con Heiligenblut, un bonito pueblo, donde merece la pena parar para darse una vuelta. Allí cruzamos unas palabras con un agradable señor tirolés, de unos 70 años de edad que paseaba con su flamante Fiat de 1.930 por el pueblo haciendo guiños a las turistas. Todo un personaje. 

 


Comimos en mitad del tramo en un Restaurante-terraza con preciosas vistas. Llegó el momento de abandonar esta delicia de carretera y dirigirse dirección Zell am See para buscar el valle paralelo que nos llevó de bajada hasta destino, nos quedaban 180 kilómetros. El día fue radiante y conforme avanzábamos hacia el norte podíamos ver el cielo desafiante cubriéndose de feas nubes. Al llegar a Wald con los depósitos de gasolina vacíos y el negro panorama amenazando decidimos parar a ponernos los trajes de lluvia y repostar. Acertada decisión, fue parar y caer una tromba de agua y granizo espectacular. Por la radio alertaban a la población de cobijarse bajo techado por el peligro de fuertes granizadas. Después de 20 intensos minutos despejó y proseguimos dirección al Felbertauern túnel. Una vez pasado este túnel nos encontramos con un regalo. El Passo Stalle. Este puerto no lo teníamos controlado previamente, no sabíamos de su existencia en la ruta que teníamos trazada y no sabíamos nada de su particularidad. Se trata de un puerto de montaña de una sola dirección controlado por franjas horarias, la estrechez del tramo obliga a ello. Por tan solo dos minutos, tuvimos que esperar 45 para poder bajarlo. Pero fue genial. Tuvimos la suerte de poder realizar el descenso a rebufo de un motero italiano que nos sirvió de guía en un tramo condenadamente retorcido y estrecho. El descenso a su rueda fue brutal. Era evidente que se conocía el trayecto curva por curva. Llegamos al hotel sobre las 19.45. Las nubes presagiaban lluvia. Y así fue, estuvo lloviendo toda la noche hasta mediada la mañana siguiente.
Sexta etapa. Como teníamos más rutas trazadas que días para disfrutarlas optamos por un bucle de pocos kilómetros (163 kilómetros y 3 puertos de montaña) puesto que el día amaneció lloviendo aunque con buenas perspectivas de mejora.


Partimos sobre las 10.30 horas una vez había dejado casi de llover. Nos enfundamos los trajes de agua y nos dirigimos al Wurz Joch pasando por el bonito Valle de Funes de buen asfalto aunque mojado. Paramos a tomar un chocolate caliente en un excelente albergue alpino con vistas a las dolomitas. Reemprendimos la marcha bajando hasta Longega  y coronando el Furkelsattel. Después de comer no dirigimos al Passo di Neves, llegando hasta el lago de su mismo nombre situado a 1.860 metros de altitud. 


Posteriormente regresamos al hotel. La etapa ha sido corta y nos queda más de media tarde para relajarnos en la zona de wellness del hotel. Para el día siguiente teníamos preparado un bucle-tour por el corazón de las dolomitas.
Séptima y última etapa alpina, realizamos 220 kilómetros y subimos 7 puertos de montaña alrededor de las Dolomitas.


Abordamos en primer lugar el Grupo Sella, un bucle de 5 pasos míticos (Gardena - Sella - Pordoi – Falzarego -Valparola) con muy buen asfalto y un mejor trazado atestados de motos todos ellos y con un ambiente mas racing que en el Stelvio y la Grossglockner road. El paisaje con las dolomitas de fondo es sencillamente espectacular. La formación caprichosa de esta cadena de montañas graníticas nos dejó fascinados. 


















Comimos en San Casiano desde donde podíamos oír el agradable zumbido de las motos de fondo. Después de comer nos dirigimos al Passo tre Croci para llegar a las Drei Zinnen desde donde pudimos contemplar un espectacular vista de las tres cimas. Regresamos al hotel a sabiendas de que la mejor y mayor parte del viaje había transcurrido. Nos quedaban 1.400 kilómetros de distancia hasta nuestras casas.
Octava etapa. Para el regreso teníamos dos opciones a realizar en dos días, la primera era volver por la costa mediterránea y la segunda pernoctar en los Alpes, vía Milán - Torino. Como la cabra tira al monte nos decidimos por esta segunda opción así que nos dirigimos hasta Sestriere donde ya teníamos reservado hotel previamente. Recorrimos un total de 567 kilómetros de autopista italiana a muy buen ritmo haciendo nuestro aquello de “donde fueres haz lo que vieres”.
 


Novena etapa. 809 kilómetros de autopista hasta Barcelona. Ninguna incidencia a excepción de la apocalíptica tormenta que nos pilló a tan solo 20 kilómetros de Barcelona.
 


Ha sido un viaje fantástico que nos ha llevado a recorrer de Oeste a Este 1.600 kilómetros de la cordillera alpina central y oriental, en un ambiente marcadamente motero, por unas carreteras excepcionales y dejando en nuestra memoria imágenes espectaculares de valles, ríos, lagos, glaciares, cascadas y montañas.
Sin duda, volveremos.







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